Misterio forteano, ciencia ficción paradójica, fantasía corta, comedia negra y, en ocasiones, todo a la vez. Fredric Brown cruzó géneros como un demonio y estiró los límites de la literatura popular hasta cubrir su personal y singular geografía literaria con ellos.

Un maestro de maestros de la ciencia ficción
Fredric Brown fue un «escritor de escritores» y siempre estuvo mejor considerado por sus compañeros de profesión que por el público en general. Robert a. Heinlein o Mickey Spillane alabaron su obra y Robert Bloch ayudó a inmortalizarla.
La ciencia ficción de Brown destaca por su humor irónico y su aguda astucia, por su imaginación desbordante y por su uso recursivo de lo paradójico.

Sus primeras historias publicadas en el género, «Armageddon» y «Not yet the End» (1941) fueron el inicio de una larga relación con las mejores revistas de ciencia ficción, desde Astounding Stories a Weird Tales. Pero Fredric Brown nunca disfrutó de los ajetreos ni de los festivales literarios. Su talante solitario (apenas se relacionaba con un grupo de escritores exiliados en Nuevo Méjico, como él mismo), junto con su perfil reservado, han hecho que, pese a su incontestable marca en la cultura popular, los cuentos Fredric Brown pasen desapercibidos para muchos.
Y hablando de cultura popular, llega el momento de comentar algunas de sus historias más célebres:
Las ondulaciones, un cuento de ufología bizarra
«Las ondulaciones» (1954) de Fredric Brown puede ser una de las historias de ciencia ficción más influyentes que se hayan escrito jamás.
(Phillip K. Dick, autor de «Blade Runner»)
En «The Waveries» (1954) Fredric Brown nos plantea la invasión de unos seres inmateriales que se presentan bajo la forma de ondas de radio de diferentes longitudes. Estos seres, llamados «vasores», (según el propio autor «inórganos del tipo radio») obligan a la humanidad a abandonar toda esperanza del uso de la electricidad, empujando a la sociedad a reconstruirse a sí misma, fundamentando el bienestar y el progreso en la vieja tecnología de las maquinas de vapor.
Lleno de ironía y de reflexiones veladas sobre nuestra forma de vivir, su validez es incluso profética en nuestro mundo de las nuevas tecnologías.

Nudismo, arena (azul) y criaturas tentaculares
Diez años antes de «Las ondulaciones», Fredric Brown nos regaló «Arena» (1944), que fue designada por la Science Fiction Writers of America como una de las 20 mejores historias de ciencia ficción jamás escritas. Se convirtió en un capitulo de Star Trek y actualmente sigue generando fan-fictions e ilustraciones relacionadas.

Veo que te preguntas si este sitio es real. Lo es y no lo es, del mismo modo que yo, para tu limitado entendimiento, soy y no soy real. Mi existencia es mental y no física. Tú me viste como un planeta; podía haber sido una mota de polvo o un sol.
(Arena, de Fredric Brown)
Arena trata sobre la solución que una misteriosa entidad impone a dos razas que están llevando a cabo una guerra espacial. Seguro de que la guerra llevará a la destrucción de las dos civilizaciones, el misterioso anfitrión obliga a dos individuos, uno de cada de raza, a determinar el destino de la guerra en una solitaria batalla a muerte, en mitad de un extraño desierto de arena azul, sin armas ni ropa.
El vencedor asegurará la supervivencia de su raza, pero el perdedor legará al universo la destrucción de la suya.

La historia es digna merecedora de elogios y la versión de Star Trek (primera temporada, episodio 18) conserva su esencia original, aunque con algunas diferencias. El desierto azul del relato original se sustituye por un desierto terráqueo normal. Y el antagonista original (una extraña criatura esférica, rojiza y tentacular) es sustituida por el mítico Gorn, la bestia reptiliana que, por cierto, va a hacer una nueva aparición en la próxima temporada de la actual Star Trek: Strange New Worlds.

La ciencia ficción de Fradric Brown compilada: Gigamesh al rescate
Podéis encontrar las anteriores historias y muchas más en diferentes antologías actualmente descatalogados, pero sin duda la mejor opción es la maravillosa colección en cuatro volúmenes que Gigamesh publicó en 2005. En esta colección Gigamesh recopila la ciencia ficción completa de Fredric Brown, es decir, micro relatos, cuentos, novelettes y novelas. Es la edición má completa y mejor realizada que se puede encontrar en lengua española; y es la mejor opción actual para empezar a leer a Fredric Brown a lo grande. En esta colección encontraréis obras como «Marciano vete a casa», «Luna de miel en el infierno», «Pesadilla en amarillo» o «Ven y enloquece».
De nuevo y como vimos en el anterior capítulo de este monográfico, Fredric Brown era un auténtico maestro para los títulos.

Los últimos días de Fredric Brown
«No hay reglas. Puedes escribir una historia sin conflicto si lo deseas, sin suspense, sin principio, desarrollo o final. Por supuesto, tienes que ser considerado un genio para conseguir llegar lejos con algo así. Y esa es la parte más difícil: convencer a todos de que eres un genio.»
(Fredric Brown)
Es un hecho conocido que la bebida hizo mella en la salud de Fredric Brown.
En 1952, se mudó a California, donde sus alergias y asma empeoraron. A continuación y siguiendo los consejos de su doctores, se mudo con su esposa a Tucson, Arizona, conocida por su clima seco .A principios de la década de 1960, su salud decayó y Brown era apenas capaz de escribir . Su último cuento, data de 1965. También trabajó en un guión para el director francés de la nouvelle vague Roger Vadim, que debía ser interpretado por Jane Fonda.

Fredric Brown murió el 11 de marzo de 1972. Sus últimos años están tan llenos de oscuridad, que incluso han sido novelados en obras como «Rouge guele de bois» (2011) de Léo Henry.
A partir de mediados de la década de 1980, el editor Dennis McMillan compiló varios volúmenes con cuentos inéditos de Brown . En 2002, Stewart Masters Publishing. Empezó a reeditar las novelas de la saga de los Hunter y, finalmente, en 1986, se publicó la inacabada novela póstuma «Brother Monster».
Conclusión
El particular don para la ficción de Fredric Brown ha llegado hasta nosotros con la discreción propia del autor. Fredric Brown es un ejemplo del artista que a pesar de haber trabajado toda la vida, haber publicado muchísimo y haber incluso llevado su obra al otro lado del océano a través de traducciones y películas, no ha calado nunca en la memoría colectiva del mass media.
Y es que seguramente ese no es su sitio.
Tal y como reza la contraportada de la edición de «La noche a través del espejo» de Jucar, «Fredric Brown es un autor para todos, menos para los tristes.»

Hasta aquí ha llegado el monográfico dedicado a este autor esencial al que, en mi opinión, los editores españoles han tendido a dejar de lado. Aparte de la citada colección de Gigamesh y de la desaparecida colección mejicana Caimán, que dedicó a Brown una veintena de volúmenes, todavía no ha aparecido en lengua española una colección con verdadera vocación de descubrir al público este genio literario en toda su inmensidad.
Cierro estas lineas con una cita de la obra maestra indiscutible de Brown. Una cita que resume, creo, su punto de vista de la vida y el sentido de su arte:
Cuanto más viejo te haces, menos miedo tienes a los fantasmas, creas en ellos o no. Cuando pasas la marca de los cincuenta, has conocido a tantas personas que ahora están muertas que los fantasmas, si los hay, no son todos extraños. Algunos de tus mejores amigos son fantasmas, ¿por qué deberías tenerles miedo?
(Fredric Brown, La noche a través del espejo)
Espero que hayas disfrutado de este monográfico. Es por ahora el único dedicado a este autor en nuestro idioma y espero que sirva para popularizar su obra, de modo que, si te ha parecido interesante, te pido que lo compartas en tus redes: