Escribir terror 2: ¿Para qué sirve el miedo?

El miedo es subjetivo, íntimo y casi tan caprichoso como el humor. Hemos empezado esta serie de artículos con una definición del marco de trabajo del género de terror. Hoy conoceremos aquello que hace que el género, a pesar de ser universal, sea único e indiscutible.

El misterio del miedo reside en su atractivo. En esta foto de alrededor de 1910, vemos como el horror, exento de peligro real, ya era celebrado por la sociedad a través del arte y el espectáculo.
El misterio del miedo reside en su atractivo. En esta foto de alrededor de 1910, vemos como el horror, exento de peligro real, ya era celebrado por la sociedad a través del arte y el espectáculo.

El miedo determina el comportamiento

A un nivel evolutivo y cuenta tenida de la larga y peligrosa hitoria de nuestra especie, se puede decir que:

El miedo es un esquema adaptativo que nos prepara para reaccionar ante un peligro, real o imaginario.

Tanto es así que, ya en el imperio romano, el Derecho contemplaba el miedo como motivo de exención de un acto criminal. El miedo es de hecho, un pilar fundamental del llamado instinto de supervivencia.

Dominada por el miedo, una persona puede perder el control de su voluntad hasta llevar a cabo actos perfectamente reprensibles sin que, por lo tanto, tal persona pueda ser responsabilizada. De la misma forma, una persona motivada por el temor puede llegar a enfrentarse a él de forma heroica, hasta cometer actos de superación personal imposibles de lograr en tiempo normal.

Esa es la verdadera dimensión universal de esta emoción:

Cuando el miedo se presenta, toma el control de la situación. Sin más.

No importa si un terror es real o no. Si la mente siente peligro, los mecanismos del miedo se ponen en marcha.
No importa si un terror es real o no. Si la mente siente peligro, los mecanismos del género se ponen en marcha.

El miedo nos activa o nos bloquea, pero…

En un cuento de terror, la forma en que un personaje reacciona al encontrarse la figura funesta de un niño desaparecido hace treinta años en lo profundo del bosque, será siempre de espanto, pero… habrá algo más.

¿Sentirá nuestro personaje pavor ante lo imposible de su visión? ¿O acaso también sentirá compasión y tristeza?

La influencia del miedo (tanto física como psicológica), invadirá a nuestros personajes cuando se enfrenten al terror, pero como hemos visto en el anterior capítulo de esta guía:

El marco de trabajo del miedo es la condición psicólogica y la subjetividad.

Por ello, si queremos que nuestro relato de terror funcione, antes de ocuparnos de las escenas intensas de horror o suspense, deberemos conocer y transmitir a los lectores el drama vital del personaje.

Conocer el drama vital de nuestro personaje nos ayudará a descubrir su reacción ante el miedo.

La reacción al miedo de nuestro personaje le dirá a los lectores quién es realmente, aportándole realismo y profundidad, aunque su reacción sea detestable.

Vera Miles en una escena de la película Psicosis. 
Un personaje fuerte y determinado también puede verse paralizado por el miedo.
Vera Miles en una escena de la película Psicosis.
Un personaje fuerte y determinado también puede verse paralizado por el horror.

Diferencia entre miedo y terror

Determinados thrillers, así como las historias de catastrofes o de invasión extraterrestre, entre otras, suelen dedicar una buena proporcion de su narrativa a la emoción «miedo» aunque, obviamente, no son de terror.

¿QCuál es entonces la diferencia?

El miedo es la reacción ante un peligro; el terror es la máxima expresión de la reacción de miedo.

Eso es lo que diferencia al género de terror de cualquier otro.

Por eso, narrativamente hablando, el miedo no está monopolizado por el género de terror. Pero el terror, en cambio, sí está monopolizado por el miedo.

Una forma de intimidad

Para escribir una buena historia de terror no basta con encarar personajes a situaciones o hechos temibles.

Es necesario enfrentar los personajes de nuestro relato a sus peores y más particulares pesadillas.

Lo que en la práctica, por cierto, suele resumirse a hablar de nuestros propios miedos, ya que:

Como escritores de terror, nuestro objetivo es intimar con nuestros lectores.

La cosa está en invitarles a un paseo por ese lado oscuro y prohibido de la vida en el que uno jamás se adentraría ; hacerles sentir el mismo aislamiento que sienten los personajes. Pero todo desde la comodidad del asiento y lo cotidiano, con los objetivos de relajarse y olvidar los problemas, para luego reflexionar y volver a la realidad con una visión más objetiva de la vida y su misterio.

Si escribimos sobre nuestras propias inquietudes es para hablar de algo real, auténtico y verdadero; de algo intenso e incognoscible e inalcalzable; de algo que no sea miedo, sino verdadero terror.

En el siguiente artículo de esta serie, averigueremos que ese sentimiento se encuentra más allá del horizonte de sucesos.

¿Y tú? ¡Has logrado alguna vez intimar con tus lectores a través del terror? ¿Cómo lo has hecho?

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