Escribir terror: autopsia a una casa encantada

Todos los pueblos y ciudades tienen una.

Todos hemos pasado por delante de una de ellas.

Están llenas de fantasmas, poltergeists y sombras que reptan en la penumbra; y el incómodo frío que recorre sus estancias precede a los gritos de terror de aquellos que se atreven romper su silencio. Son las casas encantadas y, por supuesto, todas ellas conservan el recuerdo de un pasado denso y funesto.

Sin embargo, no cabe duda de que existe algo hipnótico en ellas, ¿verdad?  Pero ¿qué es? ¿Y cómo captarlo en tu relato para el deleite de tus lectores?

O, en definitiva…

¿Cómo escribir una novela de terror sobre una casa encantada?

En este artículo vamos a analizar las principales características que definen esta narrativa y que son comunes a sus obras más destacadas. El tema es amplio y, por ello, voy a intentar que el artículo sea detallado, pero también abordable, tanto en su extensión como el número de referencias bibliográficas o audiovisuales.

Pero empecemos por el principio: ¿Qué es una casa encantada?

The Haunted House, fotografía de Harald Hoyer

La leyenda negra, el tropo fundacional

  • las casas encantadas son contenedores del mal. Y la experiencia del enfrentamiento con ese mal, así como su resolución (o no) son el leit motiv de su narrativa.

Desde la publicación de El castillo de Otranto (1764) de Horace Walpole (considerada la primera novela moderna de esta temática), el pasado y lo gótico han sido los pilares centrales de la arquitectura de las casas encantadas, porque han ofrecido a los escritores el marco perfecto para hablar sobre dos puntos clave:

—Lo bárbaro: Lo gótico, lo oscuro, lo siniestro… Ya en el s. XVIII el contexto de las casas encantas fue el recipiente perfecto en el que mezclar y agitar todas las reflexiones relacionadas con el mal, exterior e interior (pero por lo general humano), que aquella época de iluminaciones intentaba dejar atrás tras los horrores de la mal llamada Edad oscura.

—Los fantasmas: considerados como algo absurdo y desplazado en el imperio de la razón, que por aquel entonces definía la realidad como algo material y tangible, eran relegados al plano de la superstición junto a todo lo misterioso u oculto.

Sin embargo, la propia existencia del concepto de casa encantada tiene su base en la realidad, no en la imaginación creativa. Sea en la forma de asesinatos, rituales, prácticas ocultistas poco amables o por ser lugares malditos incluso antes de la propia construcción de la casa, el mundo está plagado de hogares en las que han sucedido cosas horribles. Y eso es algo que todos sabemos.

Por ejemplo, la presencia de fantasmas, tan habituales en estas casas, está siempre relacionada con un crimen, un pecado del pasado o un asunto de vital importancia que quedó sin resolver.

Por ello, al escribir una historia de terror sobre una casa encantada:

  • Piensa en el mal que infestó la casa y alimenta ese precedente histórico para desvelarlo al lector a medida que avanza el relato. En este tipo de narrativa la casa es un personaje más. A veces incluso carga con el papel protagonista.

No es necesario que tengas ese contexto totalmente definido antes de escribir la primera línea del relato, pero tienes que conocer y preparar ese aspecto. Cuanto más terrible y humana sea la historia que maldijo la casa, más fácil te será desarrollar situaciones dramáticas y emotivas en las que implicar a tus personajes.

Seguro que alguna vez habrás oído una expresión que dice que cada casa tiene sus humores, en relación a sus ruidos y particularidades. A la hora de escribir terror sobre casas encantadas, el precedente histórico que imagines determinará los humores de la casa.

Algo me dice que no debería entrar a esa casa (pero lo haré)

La casa es el lugar familiar por excelencia, el hogar en que podemos descansar y bajar toda defensa; el santuario en el nos cobijamos del peligro y la intemperie. Al menos hasta que en su interior pasa un hecho terrible y sus paredes se convierten en una jaula que evoca el miedo, la pesadilla y la tristeza.

Entonces el lugar se convierte en una casa encantada, maldita o embrujada, pero no antes.

  • Las casas encantadas no nacen siendo así; son las personas quienes las crean, impregnándolas de sus más bajos instintos, de sus pesadillas y fantasías.

Y sin embargo, existen sitios que nos evocan una extraña sensacion de peligro, misterio o temor sin necesidad de que una historia los preceda. Pasamos por delante de ellos y, sencillamente, sabemos que ese no es nuestro lugar. Existe en nosotros un instinto, como el del perro que le ladra a la oscuridad del bosque o que no quiere entrar en un lugar por mucho que su dueño se lo solicite.

Y las casas encantadas tienen algo de ese terror instintivo y primordial.

Veamos, por ejemplo, el caso de las cuevas, quizá la idea más preternatural y básica de abrigo o refugio ( o lo que es lo mismo, lugar en el que sentirse seguro y protegido; o sea, todo lo contrario a una casa encantada). Es conocido como, en el paleolítico, algunas personas, quizá motivadas por una búsqueda iniciática, demostraban su valía introduciéndose en profundidades de la gruta jamás exploradas por ningún otro miembro del grupo, y dejando en ocasiones, como prueba de su paso marcas de su paso, marcas, dibujos u objetos.

En este tipo de narrativa sucede algo parecido: las novelas sobre casas embrujadas son historias de exploración, cuyo campo de búsqueda se enmarca en lo desconocido y lo íntimo.

  • En un buen relato sobre casas encantadas existe ese rito iniciático, en el cual el personaje describe un arco de evolución. La casa encantada transforma a las personas.
  • Los relatos casa encantadas no tratan de la muerte, sino de la vida a través de la muerte.
  • Por ello, el/los personajes se verán empujados a indagar, a investigar en profundidad la historia de la casa, habitación tras habitación, descubriendo poco a poco sus secretos y rincones.

Pero ¿y si el mal que habita la casa no es humano a ningún nivel?

Entonces quizá rebasemos los límites de lo que define a una casa encantada, para dirigirnos hacia un tipo distinto (y puede que nuevo) de relato.

El mejor ejemplo que se me ocurre de un mal tan extraño e inconcebible se encuentra en la novela La Casa en el Confín de la Tierra (1908) de William Hope Hodgson, en la  que el autor llega a traspasar los límites de la narrativa de casas encantadas para ayudar a sentar las bases del horror cósmico, construyendo una obra de arte rompedora y sin precedentes.

No obstante:

  • A la hora de escribir una novela sobre casas encantadas el estereotipo narrativo tiene más relación con hechos pasados y terribles que con una naturaleza malvada del lugar.

Por eso, en los relatos de casas encantadas siempre hay un lado humano: puede que la casa fuese la morada de alguien tan malvado que sus paredes quedaron impregnadas de su vicio y corrupción. O quizá fue escenario de un hecho tan atroz que dejó a su víctima encerrada en el lugar, y ahora busca la ayuda de los protagonistas desde el más allá, en forma de espectro o aparición.

Por ello:

  • La escritura de tu novela o relato funcionará de forma idónea si logras conectar la historia de la casa con la de los protagonistas.
  • La casa encantada suele asustar e incluso en ocasiones mata, pero siempre logra su objetivo al cambiar para siempre la vida de las personas.

Por eso las narrativas de historias supuestamente reales como Aquí vive el Horror, de Jay Anson (1979), o películas como Al final de la escalera o El Pacto funcionan a un nivel terrorífico a la par que emocional. Lo mismo pasa con Insidious, El Resplandor… Así que:

  • Haz que la vida de tus personajes cambie, que ellos mismos cambien tras su paso por la casa encantada. Y sobre todo: enfréntalos tanto al terror de la casa como a sus propios miedos.

Lo que nos lleva al siguiente punto…

Las casas encantadas actúan como un espejo de la psicología humana

 Tener la mente bien amueblada es una expresión de uso común que revela algo sobre el modo en que entendemos nuestro mundo interior: bajo nuestra piel existen estancias, rincones y puertas tras las que se esconden memorias lejanas o traumas, vergüenzas y pecados. Incluso, en ocasiones, en nuestro santuario interior encontramos escaleras y pasillos largos y sombríos, que llevan a lugares que ni tan siquiera nosotros conocemos: sótanos, desvanes, habitaciones ocultas…

Tener la mente bien amueblada es también una expresión que nunca pudo aplicarse a sí mismo el bueno de Norman Bates, el protagonista de la novela Psicosis, de Robert Bloch (1959). En este libro nos encontramos con una casa que no es la típica casa encantada, pero que ilustra perfectamente la relación entre la psique del personaje y la fenomenología que se da en la casa, revelando que entre ellas existe una conexión más íntima de lo que parece.

Y es que se pude decir que vivimos en nuestras mentes, ¿verdad? Desde la tuya, sentado en tu particular sofá, me estás leyendo ahora.

Esta es, por ejemplo, la idea explotada en The Dream Door, la cuarta y última temporada de la serie Channel Zero, basada en el creepypasta original de Charlotte Bywater I found a hidden door in my cellar, and I think I’ve made a big mistake.

 En esta historia, la protagonista y su novio encuentran una extraña puerta azul al fondo del sótano que no debería estar allí, cuando de repente… En fin, no seré yo quien te haga un spoiler y te desvele de qué trata la historia, pero es un uso inteligente de esta analogía de la casa y la mente.

Existen otros ejemplos de este tipo en obras como la película The Haunting (1963), o como la novela Otra Vuelta de Tuerca de Henry James (1898), en la que los fantasmas navegan entre lo objetivo (la casa) y lo subjetivo (la mente), dejando a los lectores decidir si existen o no. Otro ejemplo es la película Pesadilla en Elm Street que explota al máximo la conexión casa-mente, aunque apartándose lo suficiente del funcionamiento clásico de este tipo de historias para acabar formando parte de otro género.

Como ves, se trata de una constante en la literatura de casas malditas, muy elástica y llena de posibilidades.

  • Cuanto más desarrolles el trasfondo de tus personajes, más densa se volverá la maldición que embruja la casa de tu relato; y viceversa. Las novelas sobre casa encantadas incluyen terror, aventuras e incluso acción, claro. Pero por encima de todo, se sustentan en el drama humano.
máquina de escribir antigua olvidada en una casa abandonada.

Todo es una cuestión de estilo (arquitectónico)

Una casa encantada tiene dos arquitecturas: una es la obvia, la física y (no siempre) tradicional, hecha de piedra o ladrillo. La otra es la arquitectura de la maldición o el embrujo, la arquitectura narrativa que nos describe su historia a través de sus habitaciones, en un recorrido siniestro e inquietante que nos lleva hasta la terrible verdad.

Arquitectura física

En la tradición occidental la casa encantada suele ser antigua, señorial, enorme… Lo cual facilita al autor la generación de todo tipo de situaciones que compliquen la intriga y el misterio aportando un toque de aventura. Pero las tradiciones modernas, en especial americana y occidental, están apostando por terrenos mucho más familiares al lector, como los edificios de apartamentos o las casas adosadas suburbanas, haciendo de las novelas sobre casas encantadas algo cercano y por lo tanto, plausible.

De hecho, no es extraño que en los últimos años hayan aparecido (o reflotado) tantos casos misteriosos relacionados con viviendas nuevas en España, como el caso Vallecas, adaptado al cine en la película Verónica. No es solo la incensante narrativa de los programas y podcast de misterio, es una evolucion natural que está transformando la estética de esta temática.

El hecho es que:

  • La narrativa de las casas encantadas avanza con el tiempo, adaptándose a las formas de vivir de las épocas y los lugares. Con el paso de los años ha viajado de la antigua tradicional casa señorial y campestre de la ghost story hasta llegar a la ciudad. Así que, como autor, tienes donde elegir. Todo vale.

Arquitectura narrativa

Este es el nivel psique de que hablábamos antes, aquel en el que cada estancia de la casa encantada tiene una función, una capa de historia que narrar, algo concreto que transmitir. Y ese es un aspecto que no ha variado con los años.

Sea para respetar el tropo o romper las reglas, al escribir este tipo de terror debes de conocer esa arquitectura como si tú mismo fueses el arquitecto. De hecho, al escribir una novela sobre una casa encantada, tú eres el arquitecto. Por ejemplo:

  • Puedes, paralelamente al trasfondo de los personajes, crear una lista de los fenómenos y situaciones que quieres que sucedan en la casa y, en base a ella, construir el lugar en el que se moverán tus personajes.
  • Define claramente el enfoque que quieres darle a lo paranormal en tu historia. ¿Quieres grandes escenas de terror, llenas de peligro, sustos y aprensión, o prefieres un enfoque mucho más psicológico y sutil?

Como ves, sin lugar a dudas, en una novela sobre una casa encantada el ambiente y la atmósfera son capitales.

¡Ah! Y no lo olvides:

  • Deja siempre lo mejor para el final, para el lugar más recóndito de tu morada del mal.

Recorrido por una casa encantada

Ahora sí, basta de teoría. Cojamos nuestros bártulos y adentrémonos en esa extraña casa al final de la calle. Acerquémonos a observar sus arquitecturas. Y no olvidemos la grabadora, claro que no; quizá logremos obtener alguna psicofonía, como en La Mujer de Negro, de Susan Hill (1983), una de mis historias favoritas del género.

De hecho, te propongo que hagamos una apuesta y veamos quién de nosotros se atreve a pasar la noche en la casa encantada. ¿Te hace?

Adelante, pasa tú primero.

Yo te sigo…

Sala de estar de una casa vacia o abandonada en el que una manta azul está tirada sobre la moqueta.

El exterior y la entrada

Mires como lo mires da mal rollo.

Sobre todo si es una de esas casas en las que nada parece fuera de lo normal, a excepción de que:

  • Es un lugar solitario, delante del cual nadie se queda parado mucho tiempo (aparte de en el falso documental Ghostwatch, donde la calle parece una fiesta).
  • Su presencia es imponente y, bien sea por su gran tamaño o por su situación, nunca la podemos ver en su totalidad.
  • Tal vez los personajes no se den cuenta de ello, pero al lector no le quedará duda (sea a través de un símbolo o de un hecho aparentemente fortuito) de que ahí se esconde algo malo.

Quizá veamos tras una de sus ventanas a alguien que no debería estar allí, como en el relato La Casa Vacía, de E.T.A. Hoffmann (1817), del que te también te recomiendo la fabulosa adaptación del clásico programa Historias, de RNE.

O quizá, como en el relato Aparición, de Guy de Maupassant (1883), nos encontraremos con un preocupado casero, que intentará disuadirnos de nuestras intenciones.

Algunas de estas casas, como la cabaña de la película La Maldición de la Bruja de Blair, se encuentran en un terreno ya de por si poco amigable e incluso van precedidas por símbolos que avisan de que nos encontramos en la frontera entre lo racional y lo imposible, el límite entre lo público y lo privado.

El recibidor

Bueno, hemos traspasado la puerta y ahora estamos dentro. No creo haya sido buena idea… pero, en fin. Aquí empieza lo bueno, poco a poco, de un modo sutil pero amenazador. Si la casa dispone de varias plantas, mejor que mejor.

  • Los protagonistas de nuestra historia captarán algo extraño, algún ruido, tal vez; o la sensación de que algo les observa.
  • El recibidor es el primer lugar en el que un personaje demuestra su valía, en el que toma la decisión, incluso sin saberlo, de enfrentarse a su miedo.
  • Aquí, la leyenda que desde fuera de la casa parecía solo una fantasía, se vuelve real. Y eso no es bueno.

Sin embargo, nosotros optaremos por hacer caso omiso a nuestro instinto y nos adentraremos todavía más en la casa… quizás para no salir jamás.

El salón

Sentémonos en el sofá o en una silla y (¿por qué no?), encendamos un buen fuego de chimenea, si la hay. El salón es un lugar confortable, que nos servirá de base de operaciones, dándonos cobijo en las pausas de nuestro terrible relato.

Prepárate para una noche movidita, porque:

  • Aquí intentaremos contactar con los espíritus a través de una sesión de ouija o escritura automática.
  • Y luego, escucharemos lo que han captado nuestras grabadoras, quizá encontremos extrañas psicofonías mientras presenciamos algún poltergeist.

¿Cómo lo ves? Pasaremos un buen rato, eso seguro. Aunque si queremos averiguar lo que realmente se esconde en la casa, tendremos que ir mas allá y abandonar la seguridad relativa del salón.

La cocina

¿Qué decir de la cocina? Mientras intentemos prepararnos un té calentito nos veremos invadidos por cuchillos voladores y tazas que se estrellan solas contra la pared.

  • El cine , salvo en excepciones como Poltergeist, ha explotado la cocina como un lugar de horror materialista, cercano a la sangre y la carne, al gore. Pero personalmente no me gusta el gore, así que vayámonos de aquí, porfa.

Además la literatura gótica, si no me equivoco, no solía hacer uso de este espacio en sus relatos, estando estos siempre protagonizados por burgueses pedantes que no sabían ni freír un huevo.

  • Mirándolo bien, la cocina es quizá el lugar menos encantado de la casa. Menos en la cocina de película Cazafantasmas, en la que su fantástica nevera nos desvela que este tipo de espacion son toda una oportunidad para una autora o autor imaginativos.

La escalera

¿Prefieres subir, o bajar?

Total, vayamos hacia donde vayamos…

  • Lo que nos espera al final de la escalera nos marcará para siempre, como en el mítico relato La Habitación de la Torre, de E.F. Benson.
  • En la escalera pasará algo misterioso: oiremos una voz siniestra, o veremos a alguien que no debería estar aquí deambulando en otro de los pisos.
  • La escalera es el lugar donde una fuerza sobrenatural nos dirá «ven, ven aquí», obligándonos a averiguar más.
  • Y será el lugar por el que correremos de forma accidentada, huyendo al borde de la histeria, cuando averigüemos lo que de verdad quería esa entidad.
  • La escalera es la garganta de la casa, el conducto a través del cual la casa nos tragará. Si la atravesamos, no habrá vuelta atrás.

Dicho esto, pongamos un pie en el primer peldaño y continuemos.

Los dormitorios

Bueno, si no fuera porque la casa está maldita, yo la alquilaba, la verdad es que está bastante bien…

Por cierto, ¿hace un sueñecito? No en lugar como este, ¿verdad? Me lo imaginaba.

EL dormitorio es el lugar de descanso y de paz por excelencia, no cabe duda; un lugar intimo y privado en todos los sentidos.

Y aun así:

  • El mal que habita en esta casa perturbará nuestro descanso. Quizá sea una sombra al otro lado de la puerta entreabierta, o tal vez nos demos cuenta de que bajo nuestra cama hay un monstruo.

De hecho, ese extraño ruido que no nos deja dormir quizás solo sea una rama golpeando la ventana, mecida por el viento, pero…

  • En la narrativa de casas encantadas, el mal aprovecha la intimidad y la fragilidad del que descansa para atacar.
  • Los personajes no se dirigen hacia el mal. Aquí el mal se dirige hacia ellos.
  • Y si no te andas con cuidado, mientras duermes el mal podrá meterse en tus sueños, o incluso poseerte.

Además, siempre es bueno recordar que:

  • En los dormitorios es donde la gente recauda sus intimidades. Si la habitación pertenece al antiguo morador de la casa, quizá encontremos en ella (o en su despacho), algún terrible secreto.

Pero lo que es seguro es que estas casas solitarias siempre están llenas de polvo, y yo necesito lavarme las manos. Qué te parece si pasamos a…

El baño

¿Has visto alguna vez la película Lo que la Verdad Esconde? ¿O la ya mencionada Al Final de la Escalera? Si la respuesta es sí, sabrás que:

  • El baño es un lugar lleno de reflejos, desde el agua de la bañera a los espejos. Eso lo convierte en un lugar frontera, una zona en la que el más allá se manifiesta, en el que un personaje con capacidades mediánticas puede entrever el otro lado.
  • A través de las tuberías se oyen voces del más allá, y si no que le preguntan a la protagonista femenina de la novela It, de Stephen King (1986).
  • En cierto modo, el baño es el punto intermedio entre la cocina y el dormitorio y, siguiendo los tropos, en él podemos sufrir una experiencia traumática y accidentada. Seamos francos, aquí somos más frágiles que en ninguna otra parte.

Por eso, en cuanto estés preparado lo mejor será que salgamos de aquí y vayamos a…

El sótano o el desván

Algunas casas tienen uno o el otro. Otras los dos. Pero su función es extremadamente similar, sino idéntica. Es algo así como el Sancta Sanctorum del mal.

¿Y si no hay sótano ni desván?

Ningún problema, eso significa que lo más probable es que si levantamos el suelo de la planta baja, descubramos algo inesperado. Quizá un antiguo pozo, o un esqueleto.

Si miramos atrás, desde que hemos entrado a la casa hemos visto fantasmas, escuchado grabaciones infernales, presenciado extraños movimientos de objetos y huido de toda clase de fuerzas paranormales; pero ahora, en el sótano o el desván…

  • Tendremos que enfrentarnos cara a cara con el mal.
  • Estamos en el lugar más recóndito de nuestra casa encantada y, en él, conoceremos la verdad que convierte a este lugar en lo que es.
  • Este es el estómago de la casa, el lugar hacia el que nos quería llamar la voz que oímos en la escalera. Si lo que aquí habita es un espíritu en busca de ayuda, quizá salgamos de esta. De lo contrario, que Dios nos asista, porque…
  • Tradicionalmente, aquí se dará el clímax de nuestra historia.

Como Jonás en el interior de la ballena, tendremos que tomar medidas drásticas si queremos vencer al mal. Ahora, si tenemos la fortuna de conservar la cordura tras el horror, quizá podamos salir de aquí corriendo y pasar por…

¿El garaje?

Todos los garajes son iguales, nunca nadie los limpia. Y por supuesto, no hace falta que te diga que el coche no funciona y que no sé como saldremos de aquí.

Espera, intentaré abrir la puerta con este mando, a ver si…

Pero… ¡Maldición! ¿Dónde están las pilas?

Creo que nunca debimos de entrar en la casa; pero mientras esperamos a que las entidades nos atrapen para siempre, quizá tú puedas responderme a una pregunta:

  • ¿Por qué en todas las historias de terror lo único que pasa en el garaje es que alguien se suicida? Al igual que la cocina, es un lugar en el que inventar algo mejor, ¿no?

¿Qué dices? ¿Qué en la película Scream no es eso lo que pasa? Bueno, pero es que esa no es una peli de… Por cierto, ¿no oyes unos ruidos? Parecen cada vez más cercanos y se diría que vienen de…

Detrás de las paredes

Cuando pensabas que ya estabas a salvo el mal te atrapa de nuevo.

O al menos a mí.

Unas manos fantasmagóricas salen de entre las paredes y me arrastran hacia un infierno de pesadilla del que no podré salir. ¡Así que corre, haz lo que sea para abrir la puerta del garaje y no vuelvas jamás a esta casa!

Ah, y recuerda que:

  • Las casas encantadas están llenas de misterios. Y muchos se esconden a la vista. Pasadizos, cajas fuertes, cajones y lugares de almacenamiento ocultos, puertas secretas… Todo vale si necesitas darle a tu relato un poco de aventura.
  • Nada es evidente. A través de los años, los relatos sobre casas encantadas han llenado páginas de intriga y suspense. La combinación de estos elementos con un contenido dramático bien medido, hará que tus lectores no tengan más remedio que subir la escalera, hasta llegar al desván.

Poco más me queda por decir, gracias por intentar ayudarme, pero no creo que consiga salir de aquí. Diles a los demás que jamás deben entrar en la casa encantada y que todo lo que dicen de ella es verdad.

Y si quieres leer una buena novela de terror sobre una casa encantada, échale un ojo a El Emblema Del Delfín, que la escribí yo. ¿O que te pensabas? ¿Qué me dejaría atrapar por los horrores de una casa maldita para intentar enseñarte sus secretos sin hacerme un poco de autobombo?

¡De eso nad… Arghh!

Conclusión

Como has visto, hemos abierto en canal una casa encantada, nos hemos metido en ella y lo que hemos descubierto son un montón de estereotipos.

Y, en realidad, ahí está la clave, porque se trata de los códigos comunes a este tipo de historias. Utilizarlos con sagacidad dará a tu relato una identidad personal. Ahora bien, siéntete libre para estirarlos y manejarlos a tu antojo, o incluso romperlos. Por ejemplo:

  • A veces el terreno de la casa encantada traspasa sus propias paredes, como en el lago en la película de Kåre Bergstrøm Lake of the dead (1958), o en el árbol llamado la dama verde, en la novela Un saco de Huesos de Stephen King.
  • En ocasiones, el relato ni tan siquiera nos revela lo que pasa en la casa, como en la mítica historieta La Casa de los Horrores, perteneciente al número 21 de la revista Tales From The Crypt.
  • Otras veces, la actividad paranormal que aterroriza a los protagonistas queda limitada a un espacio concreto de la construcción, como en el cuento La Galeria Alargada, de E.F. Benson

Sea como sea, actualmente, se ha escrito ya tanto y con tanta pasión sobre este tipo de lugares que te puedes permitir experimentar y no ponerte ningún tipo de límite.

Pero sobre todo y sin ningún género de de dudas, al escribir relatos de terror sobre casas encantadas jamás debes olvidar que el horror, como los fantasmas, no están en la casa, sino dentro de nosotros.

En fin, casi será mejor que salgamos de nuevo a tomar el aire. Ha sido un artGculo largo y, si has llegado hasta aquí, te felicito y te lo agradezco. te dejo unos botones para que puedas compartirlo en redes y, porsupuesto te leo en el hilo de comentarios.

Hasta pronto…

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