La intriga y el suspense son instrumentos de precisión para el escritor de terror. Te ayudarán a mantener al lector pegado a la página, a crear una atmósfera dominante y permitirán que el auténtico tema de tu relato (ese del que hablamos en el artículo anterior de esta serie) se exprese de modo que ni tú ni los lectores tengáis que deteneros en él.

Similitudes y diferencias
Intriga y suspense se suelen confundir con facilidad. Tanto es así que, en la mayoría de ocasiones, cuando hablamos de películas de suspense, hablamos en realidad de películas de intriga.
El conocido termino anglosajón thriller, que hace referencia a un argumento excitante, relacionado habitualmente con el crimen y, por lo tanto, argumentalmente relacionado con los conceptos que hoy tratamos, no nos aporta una distinción tan clara.
La intriga es algo que se extiende en el relato, desde el planteamiento hasta la resolución del mismo. Es el problema qué hay que resolver y, por norma, los personajes y el lector saben lo mismo sobre ella. Sea sencilla o compleja, a lo largo del relato la intriga se irá resolviendo gradualmente hasta quedar totalmente resuelta al final.
En tu relato, según su extensión y complejidad, podrás usar una o varias intrigas, pero siempre habrá una intriga principal, que sirva de eslabón a las demás. La intriga necesita despertar curiosidad en tus lectores, crear en ellos la necesidad de seguir leyendo y saber más.
El suspense, en cambio, nos habla de un peligro inminente y, por ello, es de corta duración. Los lectores sabrán algo que los personajes no saben y así, sufrirán empatía y emoción por el destino de estos.
A más grave y más intenso sea el suspense, más necesitarás que se resuelva con rapidez, para que la escena conserve toda su fuerza.
La mejor y más conocida definición del concepto de suspense la dio Alfred Hitchcock en una larga entrevista con el cineasta galo François Truffaut, recogida en el libro El cine según Hitchcock (1966). Según las palabras del maestro:
“La diferencia entre el suspense y la sorpresa es simple: nosotros estamos hablando, hay una bomba debajo de esta mesa y nuestra conversación es muy anodina, así que no sucede nada especial y, de repente: bum, la explosión.
Examinemos ahora el suspense: la bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe… El público sabe que la bomba estallará a la una y sabe que es la una menos cuarto; la misma conversación anodina se vuelve de repente muy interesante porque el público participa en la escena.
En el primer caso, se han ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la explosión. En el segundo caso, le hemos ofrecido quince minutos de suspense.”
¿Es necesario usar la intriga y el suspense?
Sin lugar a dudas, estas herramientas no deben ser el motor de un relato, pero contar tu historia de terror a través de sus códigos es de gran ayuda.
Sea lo que sea que estés explicando a tus lectores, querrás retener su atención. Por ello, acrecentar su curiosidad con la intriga y llevar la tensión dramática al máximo con buenas secuencias de suspense (siempre y cuando los resuelvas de una forma satisfactoria), siempre será un plus.
¿Harto de leer artículos sobre cómo escribir terror? Claro que sí, y tienes toda la razón. De hecho en el próximo capítulo de esta guía para escribir terror veremos que el género no lo es todo.



